Desde que, a finales del siglo pasado, los medios de internet descubrieron el tirón informativo de las noticias de última hora, adoptaron un modelo editorial de cierre continuo. Frente a los medios impresos, cuyo ciclo editorial avanza al compás intermitente de la rotativa, y a diferencia también de la radio y la televisión, cuyos programas informativos se emiten a horas prefijadas, los cibermedios se configuraron como grifos con caudal de noticias siempre abierto.
Para gran parte de los ciudadanos, los medios digitales se han convertido, en efecto, en la fuente principal de noticias de última hora. No solo eso. Cada vez más, también se están transformando en el lugar donde asistir a retransmisiones en directo. Hace unos días, la emisión en vivo del salto estratosférico de Felix Baumgartner superó en YouTube los 8 millones de internautas, una marca que, con seguridad, pronto romperá algún otro evento audiovisual. La información de última hora y las emisiones en directo son, en fin, territorio conquistado por Internet.
Esta deriva de los medios digitales hacia la simultaneidad informativa reclama reflexión por parte de los periodistas. No se trata, ni mucho menos, de contentarse con simples trucos para saber improvisar ante lo inesperado. Por el contrario, el verdadero reto es desarrollar un mejor criterio y más dotes de planificación, con las que responder profesionalmente a la mayor velocidad del proceso informativo.
Pero, ¿cómo se planifica un medio que se actualiza sin cesar?
Para empezar, un matiz: no es cierto que los medios digitales ofrezcan noticias sin parar. Al igual que el tráfico de las ciudades, los cibermedios tienen horas pico y horas valle, algunos días resultan frenéticos y otros de calma chicha.
El caudal de ese torrente informativo varía en función de factores tanto externos como internos. El principal condicionante externo es, claro está, la propia actualidad informativa: hay días en que se agolpan los acontecimientos relevantes. Cuando eso ocurre, todos los medios tienden a agrandar su espacio informativo. Las publicaciones impresas aumentan su paginación, los informativos de radio y televisión amplían sus horarios de emisión y los digitales, más elásticos en su formato, se contentan simplemente con incrementar el número de noticias publicadas. Los medios digitales, ya se sabe, son como acordeones: se inflan y desinflan en función de la actualidad.
El torrente informativo de los medios digitales también se ve condicionado por factores internos. El primero de ellos, obviamente, es el propio tamaño y capacidad de la redacción. Cuanto mayor (y mejor) sea el equipo de periodistas, mayor será el número de noticias que podrá producir (y sus noticias gozarán de más calidad). Y viceversa, claro. Por eso, entre otras cosas, preocupa tanto la deriva profesional de tantos medios: no se puede hacer buen periodismo sin un número (y calidad) suficiente de periodistas. Tampoco en Internet.
Señalado este matiz, lo cierto es que los medios digitales están aprendiendo a acompasar su oferta informativa a los hábitos temporales del público. Ya saben que no se trata de mantener el grifo de las noticias indiscriminadamente abierto durante todo el día. Actuar así es un derroche de esfuerzo.
Por el contrario, un buen editor de medios digitales sabe que ha de concentrar el suministro de noticias en los momentos en que estas resultan más demandadas. Por eso, ha aprendido que no se consumen del mismo modo las noticias que se difunden a través de la web, de aplicaciones para tabletas o mediante servicios móviles. Que hay que planificar debidamente la secuencia de publicación y su posterior promoción mediante las redes sociales.
Esa estrategia temporal de la edición multiplataforma ya dispone de patrones. Este es el ciclo horario de consumo de noticias en móviles, tabletas y ordenadores en Estados Unidos:
A la luz de este tipo de gráficos, no sorprende que las publicaciones web coincidan en concentrar su suministro de noticias en las horas laborables, que la actualización por la noche caiga en picado, e incluso que se hayan lanzado en los últimos tiempos ediciones vespertinas para tabletas (por ejemplo, el caso de O Globo A Mais en Brasil). Todo responde a un detenido análisis de los hábitos temporales del público.
En el futuro, veremos depurar a los medios digitales estos ciclos temporales de edición. No solo se limitarán a planificar la información a lo largo de las 24 horas del día, o durante el ciclo semanal, distinguiendo días laborables y festivos. Veremos, también, cómo gestionan estratégicamente su oferta informativa en los 24 husos horarios del planeta, sobre todo entre aquellos medios que aspiran a ser globales. Y cada vez más, veremos asimismo cómo, al estilo de las televisiones, los medios digitales distinguirán entre temporadas: otoño, invierno, primavera y verano. Hay mucho camino que recorrer todavía.
El periodismo siempre ha tenido que ver con la gestión del tiempo. En la era de la información digital, esto es especialmente cierto.
[Publicado originalmente en Blog de comunicación – UNIR]