The Huffington Post ha anunciado la puesta en marcha de HuffPost Labs, una unidad para la experimentación de innovaciones tecnológicas y fórmulas editoriales. Con esta iniciativa, el HuffPost se suma a una corriente cada vez más fuerte entre marcas periodísticas de prestigio: contar con un laboratorio experimental para explorar nuevas posibilidades periodísticas en la red. En efecto, varios grandes medios han puesto en marcha en los últimos años centros similares. Ahí están, por ejemplo, proyectos como The New York Times Company Research & Development Lab, BBC Labs, WaPo Labs, y otros. También en España tenemos algún ejemplo, como el rtve.es lab.
Algunas universidades cuentan asimismo con laboratorios periodísticos. Destacan algunos muy activos, como el Nieman Journalism Lab, vinculado a la Universidad de Harvard, o el Reuters Institute for the Study of Journalism, de la Universidad de Oxford. En todo caso, estos «laboratorios» responden generalmente al perfil de «observatorios», donde la tarea principal es analizar el mercado y estudiar las tendencias, más que abrir espacios a la vanguardia tecnológica de los medios.
Me centraré en los laboratorios tecnológicos; en concreto, en su situación en los medios de habla hispana. Aunque, para ser exacto, debería hablar sobre su práctica inexistencia en estos medios.
En efecto, al margen del caso de rtve.es y quizá de algún otro que se me escapa, lo cierto es que hoy día los laboratorios periodísticos al estilo anglosajón brillan por su ausencia en los medios hispanos. Es cierto que la mayoría de nuestros grandes medios dispone de profesionales encargados de otear las novedades tecnológicas y editoriales en el mundo digital e, incluso, que alguno de esos medios cuenta con departamentos donde se analizan dispositivos tecnológicos y se diseñan productos. Sin embargo, salvo honrosas excepciones -me refiero a ejemplos como el en su día rompedor widget de la Eurocopa 2008 de Soitu.es, idea replicada posteriormente por otros medios, o a las cronologías interactivas de LaVanguardia.com, entre otros-, falta en los medios hispanos una cultura de apuesta por la experimentación y la innovación tecnológica. De hecho, en muchas ocasiones, ese desinterés de los medios clásicos por la experimentación está siendo suplido por iniciativas colectivas, fruto del altruismo (vean, por ejemplo, el reciente proyecto España en llamas).
La amarga exclamación de Unamuno -«¡que inventen ellos!»- sigue, por tanto, viva en nuestras empresas periodísticas. Dar la espalda al I+D, ese secular problema de la economía española, es una realidad también en la industria de los medios.
Frente a este desinterés, las empresas periodísticas deberían sopesar los beneficios que la inversión en un laboratorio de este tipo podría traer a sus organizaciones. Citaremos cinco:
1. Desarrollar productos y aplicaciones propias. Los medios suelen estar a merced de los desarrolladores tecnológicos. Disponer de una unidad que desarrolle o, al menos, adapte esas tecnologías, evita a los medios trabajar en situación de inferioridad. Las empresas tecnológicas rara vez responden al milímetro a las necesidades de las empresas periodísticas. Con un buen laboratorio propio, es posible adaptar las herramientas del mercado -sistemas de gestión de contenidos, pasarelas multiplataforma, plantillas de diseño…- a las necesidades exactas del medio.
2. Diferenciarse de la competencia. En un mercado periodístico saturado de medios clónicos, el liderazgo se alcanza por diferenciación. Esta distinción puede conseguirse apostando por la oferta de contenidos propios, o también por el suministro de servicios únicos. Los buenos medios suelen hacer lo primero; los verdaderamente grandes, también lo segundo. Cuando se dispone de un laboratorio tecnológico, es posible diseñar productos y aplicaciones que hagan sobresalir a un medio respecto de todos sus competidores.
3. Abrir nuevas oportunidades de negocio. Un ejemplo: en marzo de 2011, The New York Times puso en marcha su sistema de suscripción digital, diseñado tras muchos meses de desarrollo y experimentación interna. El éxito del modelo ha hecho que medios de todo el mundo acudan al Times para adquirir su tecnología y aprender de su experiencia.
4. Mejorar la imagen de marca. Cuando innova, un medio proyecta una imagen de vanguardia y modernidad. Las grandes marcas de internet y de la industria tecnológica lo saben: han alcanzado su atractivo gracias, en gran medida, a su aura de innovadoras. Las empresas periodísticas deben decidir: ¿prefieren transmitir la imagen de un producto novedoso de Silicon Valley o el de una mala copia de China?
5. Promover una cultura de innovación en la empresa. La innovación es como la gripe: se contagia rápidamente. Si al lado de la sala de redacción y de los departamentos comerciales se pone en marcha un centro dedicado a desarrollar nuevas ideas, es probable que también los periodistas y los ejecutivos adopten esa cultura de la innovación.
[Publicado originalmente en Blog de comunicación – UNIR]