Las profesiones no suelen progresar a ritmo constante. Lo habitual, por el contrario, es que lo hagan a saltos: a periodos de estancamiento más o menos prolongados, les suceden momentos de agitación que hacen avanzar mucho a esa profesión en poco tiempo. El periodismo encaja de pleno en este modelo: a intervalos de calma chicha, en los que los medios apenas evolucionan, les siguen otros donde el viento sopla con fuerza y los medios avanzan con rapidez. Si esto es así, prepárense, porque se avecina tormenta.
Este verano se celebran dos citas deportivas importantes: la UEFA Euro 2012 de Ucrania y Polonia y, muy especialmente, los Juegos Olímpicos de Londres. Desde hace casi un siglo, este tipo de grandes eventos deportivos han supuesto una oportunidad que los medios han aprovechado para proyectarse hacia el futuro. Ocurrió, por ejemplo, en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, los de la gesta televisada de Jesse Owens para disgusto de Adolf Hitler. Desde entonces hasta nuestros días, la televisión, las agencias de noticias y gráficas, las comunicaciones por satélite y, más recientemente, las redes digitales, han hallado en estos eventos una ocasión inmejorable para reinventarse.
Las competiciones deportivas de este verano marcarán un nuevo punto de inflexión en los modelos editoriales y las tecnologías del periodismo: serán los Juegos Olímpicos de las redes sociales. Hace cuatro años, en los Juegos de Pekín, Twitter era apenas una red recién nacida, Facebook estaba lejos todavía de su actual hegemonía planetaria y los móviles seguían siendo esencialmente teléfonos. Hoy se estima que Twitter cuenta con más de 200 millones de usuarios en el mundo y Facebook alcanzará pronto los 1.000 millones. Los teléfonos se han convertido principalmente en dispositivos portátiles para la navegación que además permiten hablar. Entre tanto, ha surgido otro dispositivo móvil intermedio, las tabletas, que no existía en el mercado cuatro años atrás y que ha desencadenado nuevos hábitos de consumo informativo.
Esta revolución tecnológica anuncia una nueva forma de practicar el periodismo, a raíz de estos grandes eventos deportivos. Los medios se esforzarán en ofrecer una información marcada por cinco claves: interactividad, simultaneidad, multiplataforma, movilidad y datos estadísticos. Los medios buscarán a toda costa atraer a su redil la participación de los usuarios, tratando de convertirse en graderíos virtuales donde el público asista colectivamente al espectáculo deportivo, con la posibilidad de entretenerse y comentar en vivo lo que ven. Al mismo tiempo, esos medios llevarán la información hasta el bolsillo de los ciudadanos, dondequiera que se encuentren; en concreto, se espera que el vídeo móvil experimente un fuerte impulso. Finalmente, esa cobertura se enriquecerá con información estadística en bases de datos que convertirán en algo habitual la consulta personalizada sobre historiales deportivos, registros y marcas.
Si de alguna organización se espera que dé el do de pecho, esa es sin duda la BBC. En sus Juegos Olímpicos, la Corporación británica está obligada a echar el resto. Todo apunta a que lo conseguirá. La BBC ha anunciado las líneas maestras de su cobertura y, en concreto, las previsiones para internet son apabullantes: a los internautas británicos les ofrecerá en directo retransmisiones de vídeo con calidad HD que podrán elegir entre 24 canales simultáneos; tendrán, además, la posibilidad de rebobinar imágenes durante la transmisión en vivo, y el vídeo se enriquecerá con estadísticas que el usuario podrá navegar a voluntad. Todo eso se gestionará con una audaz presencia en las redes sociales. Ante este alarde de posibilidades interactivas y multimedia, la baza que le resta a la televisión tradicional es la de la calidad en la retransmisión. En este sentido, la BBC anuncia que emitirá algunas pruebas en 3D y que experimentará con la novedosa tecnología Super Hi Vision (ultra alta definición), que ofrece una resolución gráfica 16 veces mejor que la alta definición (HD) actual. Brutal.
Todos estos avances, sin embargo, no están libres de desafíos. ¿Cómo velarán los medios por sus derechos audiovisuales, pagados a precios multimillonarios, cuando cualquier espectador dispondrá de una cámara y la posibilidad de emitir en directo? ¿Sabrán promover con inteligencia la participación de los internautas? ¿Acertarán a combinar las nuevas coberturas multiplataforma simultáneas con el trabajo periodístico interpretativo, igualmente necesario? Falta poco para comprobarlo.
[Publicado originalmente en Blog de comunicación – UNIR]