Arrastrar, girar, expandir, cerrar. Cada vez estamos más acostumbrados a dar órdenes informáticas con los dedos, sin necesidad de una herramienta intermedia. El ratón -ni que decir del lápiz digital- nos parece un artilugio cada vez más prescindible. Vivimos, en fin, en la era de la tactolectura.
Durante décadas, nuestra relación con los contenidos digitales ha necesitado de distintos utensilios: primero, desde los años 1940, fue el teclado -directo heredero de la máquina de escribir-, que nos permitió dar órdenes informáticas mediante códigos. Luego, a finales de los años 1960, llegó el invento del ratón [vídeo], que facilitó el manejo de los ordenadores. Desde los años 1980 y 1990, han ido apareciendo otras innovaciones como los sistemas de reconocimiento de voz y de gestos, ampliamente aprovechados por la industria de los videojuegos y, muy especialmente las pantallas táctiles. Todas estas tecnologías han hecho cada vez más sencilla la interacción entre el cuerpo humano y los contenidos digitales.
¿Tendrán algún impacto estas innovaciones en el lenguaje periodístico del futuro? No lo dude.
Durante los últimos años, hemos concebido el lenguaje multimedia como una combinación de texto, imagen, audio y vídeo. Las publicaciones digitales han recurrido a esos elementos para elaborar sus contenidos informativos. Pero no crea que ahí acabará la evolución. Prepárese para incorporar en los próximos años un nuevo código comunicativo a la información periodística: las sensaciones táctiles.
De hecho, aunque no haya reparado en ello, usted ya está acostumbrado a recibir mensajes informáticos a través de la piel. Cuando pone el teléfono móvil en silencio y percibe una vibración en su bolsillo, usted ya es capaz de interpretar un mensaje -«¡me llaman!»- gracias a una percepción exclusivamente táctil. Los invidentes van mucho más lejos: leen textos con sus dedos gracias a la lectura Braille. Más allá de simples alertas, percibir información estructurada con el tacto es algo plenamente posible.
Ahora piense: ¿acaso es inimaginable que, en un futuro, el lenguaje periodístico se pueda enriquecer con sensaciones táctiles como las de temperatura, rugosidad o vibración? Hagamos un poco de periodismo ficción. Imagine, por ejemplo, que usted va a viajar a una ciudad y que, cuando busca las previsiones meteorológicas, la pantalla de su móvil no solo le proporciona información sobre los grados que allí marcan, sino que se enfría o calienta transmitiéndole exactamente la sensación de la temperatura que anuncia el termómetro. Otro ejemplo: piense en un dispositivo móvil que vibre según las noticias que se tocan con los dedos (la vibración puede equivaler a mensajes como «importante», «muy visitado», etc.). De hecho, ni siquiera hace falta que imagine futuros posibles: piense en todo lo que se podría hacer hoy, por ejemplo, con estas pantallas multitáctiles [vídeo].
Hasta que se popularicen esas innovaciones, ya tenemos evidencias de que la tactolectura impone nuevos desafíos al diseño de la información digital. El Poynter Institute, por ejemplo, acaba de publicar un nuevo estudio ‘Eye Track’ sobre el uso de tabletas digitales, donde se demuestra que el patrón de navegación de los usuarios de esos dispositivos portátiles es distinto del de los usuarios de ordenadores convencionales. Manejar la información con los dedos hace que las personas se comporten de maneras novedosas.
Todas estas innovaciones, en fin, están consiguiendo que la gente se acostumbre a nuevos modos físicos de relacionarse con la información. Los medios harían bien en tomar nota de estos cambios. Si el periodismo no quiere quedar anclado en el pasado, necesita romper ataduras mentales y explorar con audacia esas nuevas posibilidades comunicativas que descubre la tecnología. Que nadie diga en el futuro que el periodismo es algo que se ve pero no se toca.
[Publicado originalmente en Blog de comunicación – UNIR]