Otros lo llaman «periodismo ciudadano». Ya saben a qué me refiero.
En un interesante artículo publicado hoy en el Boston Globe, Donald Kinelman cuestiona los argumentos de quienes afirman que la desaparición de la prensa profesional será saludablemente suplida por miles, millones de internautas que, por lo visto, pasarán a hacer lo mismo que los medios actuales, pero mejor. Tanto es así, que ya hay quien aboga en EEUU por que esos nuevos medios ONG sean subvencionados por grandes fondos públicos. Y es que, con este nuevo ecosistema filantrópico de la información, supuestamente ya no habrá intereses económicos espurios, ni clientelismos políticos inconfesables. En la nueva arcadia periodística se abordarán todos los temas, sin excepción. Y se dará voz a todo tipo fuentes. Ya puestos, hasta es posible que nadie cometa faltas ortográficas.
Ja.
Coincido con Kinelman en que la contribución informativa del público -algo que no ha nacido con internet, ni mucho menos- enriquece la labor de los periodistas profesionales. La complementa, sí, pero no la sustituye. Por eso, sus preguntas son muy relevantes:
This merging of for-profit and nonprofit models faces some serious objections. Why should the tax laws give an advantage to newspapers over other kinds of media? How will the recipients of philanthropic dollars avoid having their news agendas distorted by donor preferences? Would the crutch of donor support hinder the search for new commercial revenue necessary for news organizations’ long-term viability?
Yo siempre he defendido que si lo que hace a un periodista es el saber con certeza un hecho y ser capaz de transmitirlo, por su indudable interés para el receptor, todos los seres humanos lo seríamos desde el momento en que aprendimos a decir: «Mamá, tengo pis».
Además, las comunas datan por lo menos de cuando los hippies y ya ves.
Pero en fin, llevo el día leyendo tonterías sobre el «periodismo ciudadano». ¿Te creerás que escribir en un blog contra la web de Renfe es «periodismo ciudadano»? Como has dicho tú, ja.
Absolutamente de acuerdo con Ramón y con Paco.
En todo.
A mí lo que me llama la atención es que no se cite que la financiación estatal ya financia gran parte de los medios a través de la publicidad institucional (y más si consideramos que Endesa, Telefónica e Iberia eran públicas hasta no hace mucho). De hecho, si se considera que frecuentemente utilizan esa publicidad para castigar o favorecer el clientelismo, no dejan de ser igual que subvenciones privadas.
Y la cuestión principal es: si lo hacen porque los medios de comunicación sustentan casi exclusivamente el derecho a la información protegido en la Constitución, cuando existan medios alternativos (por ejemplo, y es un suponer, una red de blogs independientes que informe sobre alternativas de ocio), ¿lo harán también?