A una semana de que llegue a los quioscos el anunciado rediseño de El País (con tilde), hoy domingo tanto su edición impresa como la digital han aprovechado para calentar motores con un suplemento [pdf] en las páginas centrales del periódico. Este avance se suma a la publicidad que venimos viendo desde hace más de una semana en prensa, radio, televisión e internet. Un lanzamiento en toda regla, vamos.
Más allá de la retórica grandilocuente propia de estos suplementos promocionales, lo que hoy publica El País permite anticipar algunas de las líneas maestras del nuevo periódico así como conocer las razones -las confesadas, al menos- que les han llevado a dar este paso que anuncian drástico: «El periodismo entra en una etapa nueva», afirman.
En cuanto a las características formales del nuevo periódico, desde hoy sabemos algunas cosas más. De entrada, que el diario tendrá una nueva ordenación de secciones: agrupará en la primera parte la información de Internacional, Nacional y Economía; a continuación, llegará la sección de Opinión y, tras ésta, las páginas de Sociedad, Cultura y Deportes. Por último, el diario agrupará las páginas de televisión y nuevas tecnologías bajo una nueva denominación: Pantallas. Las seis ediciones regionales -Andalucía, Cataluña, Galicia, Madrid, País Vasco y Comunidad Valenciana- se publicarán como cuadernillos centrales a continuación de la sección Nacional.
La tipografía también cambia. En sustitución de la gastada Times Roman que ha acompañado al diario desde su fundación hace 31 años, las letras del periódico se modernizarán e intentarán mejorar su legibilidad actual gracias a un nuevo tipo elaborado ex profeso para este rediseño: la Majerit.
En lo gráfico, algunas cosas ya sabidas: el periódico se publicará enteramente a color y ofrecerá espacio generoso a las fotografías y a los formatos infográficos. También se potenciará su coordinación con ElPaís.com, con especial atención a las nuevas fórmulas de participación de los lectores. Lo propio del siglo XXI, vamos.
En cuanto a las razones que les han llevado a adoptar estos cambios, hay algunas que se confiesan públicamente y otras que, aunque no se mientan, están en la mente de todos.
Entre los motivos confesables, el director, Javier Moreno, se refiere muy especialmente a la urgencia de acomodarse a los tiempos actuales: «Un periódico es, entre otras muchas cosas, una mirada compartida con sus lectores a lo largo de los años. Y para seguir desempeñando esa función con éxito en los próximos 15 o 20 necesitamos conectar con las generaciones que se convertirán en el eje central de este país en ese periodo de tiempo. A todos los niveles: un nuevo discurso narrativo; otra manera de contar lo que sucede; cómo se les ofrece y qué se les ofrece; un nuevo perfil de la modernidad, que ahora tiene poco que ver con la que se impuso hace tres décadas; Internet«. Trabajo no les va a faltar.
Las razones no mencionadas, como suele ocurrir en estos casos, tienen más que ver con la cuenta de resultados. Desde 2004, El País ha comenzado a experimentar un ligero pero sostenido declive en sus ventas que, obviamente, inquieta a sus directivos. Para colmo de males, recientemente le ha salido nueva competencia por la izquierda: el 26 de septiembre se estrenaba en los quioscos Público. En El País temen que este nuevo periódico, gracias a su enfoque más juvenil y desenfadado, les arrebate parte de sus ya exiguos lectores jóvenes. Ese sería un golpe duro para un diario que, a causa de sus clientelismos políticos y su autocomplacencia periodística, ha ido cavando en los últimos años una sima cada vez mayor entre sí y las nuevas generaciones. No hay que olvidar que, según el recuento de OJD, el diario El Mundo le pisa ya los talones, a menos de 90.000 ejemplares de promedio de difusión anual. Por pocos miles de lectores que Público arrebate a El País, el diario de Prisa bien podría encontrarse dentro de unos meses con el batacazo de verse destronado del liderazgo de la prensa de pago de información general por primera vez en las últimas décadas. Y eso es algo que, lógicamente, desean evitar a toda costa. El rediseño del próximo domingo es buena prueba de ello.
Por cierto, El Mundo también ultima su propio rediseño. La pugna, por tanto, se promete interesante. Entre tanto negocio, ¿quedará espacio para el periodismo?
Comentario muy descriptivo y poco crítico: resume el pdf de EL PAIS y…poco más.