La edición 2007 del Libro Blanco de la Prensa Diaria se presenta dentro de unas horas en Madrid. Un año más, este libro será el principal termómetro estadístico del mercado de los periódicos en España.
La Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) me invitó hace unos meses a escribir uno de los capítulos de análisis que contiene el libro. Bajo el título de «El papel pasa el testigo. Los diarios ante la convergencia digital», mi texto aborda el reto al que se enfrentan los diarios de combinar su actual modelo de negocio basado en el papel con otro en que lo digital asuma un papel cada vez más preponderante. Estos son los primeros párrafos de mi capítulo, que dan una idea de por dónde va el texto:
Ya es seguro que ocurrirá; la única duda es cuándo.Los diarios se aproximan al cambio más importante de su historia: el momento en que el papel, arrinconado por nuevas formas de consumo informativo de una nueva generación de lectores, deberá dejar paso al soporte digital. Esto no significará necesariamente que los diarios de papel desaparezcan, pero sí que pierdan su actual hegemonía editorial y publicitaria en favor de nuevas modalidades de publicación digital difundidas a través de internet y de otras redes móviles. En consecuencia, pocas cuestiones son tan prioritarias para los diarios como prepararse adecuadamente para ese cambio de modelo. Sin embargo, cumplida ya más de una década desde que los primeros periódicos irrumpieron en internet, los diarios titubean todavía a la hora de encarar sus operaciones editoriales en la red.
A pesar de que los directivos de los diarios reconocen en público la importancia estratégica de su presencia en la red, el día a día de las redacciones evidencia que los diarios digitales todavía son tratados como medios de segunda. En el fondo de ese menosprecio late la idea de que los medios digitales sólo contribuyen a erosionar el negocio principal de los diarios. Un negocio que, conviene recordarlo, en 2007 sigue incuestionablemente ligado al papel. Sin embargo, se multiplican los datos que anuncian un cambio más o menos próximo. Urge, por tanto, que los diarios se preparen para un nuevo escenario, en el que internet y las redes móviles adquirirán una importancia editorial y económica equiparable a la que hoy disfruta el papel.
Al tomar decisiones con vistas a ese escenario, la interrogante que más preocupa a los editores es ésta: ¿cómo se puede aprovechar la creciente, pero aún insuficiente, bonanza de los diarios digitales , al tiempo que se preserva el negocio principal que de momento sigue ligado al mercado impreso? Más aún, ¿cómo se pasa del escenario actual de simple convivencia —y, a menudo, competencia— entre el diario impreso y digital, hacia una nueva fórmula de convergencia editorial y comercial de la que todos salgan beneficiados?
(…) / [Extensión total: 4.350 palabras]
Para no romper mi pacto con la AEDE, no puedo publicar aquí el texto en su totalidad. Ahora bien, si alguien tiene interés en leer mi artículo completo, puede escribirme en privado.
Actualización – 12/12/2006: Ya está disponible en la web de la AEDE un amplio resumen [.doc] de los datos del Libro Blanco de la Prensa Diaria 2007.
Internet, una apuesta esperanzadora.
Yina Sánchez Campos
Casi todos los periódicos se suman al nuevo medio, pero no porque alberguen confianza en su futuro, sino no para evitar dar una imagen arcaica o por imitar a la competencia y no quedar “descolgados”. En general, no apuestan claramente por usar Internet para cubrir inconvenientes de la prensa escrita (una mayor inmediatez, la capacidad de incorporar otros recursos audiovisuales, la facilidad de acceso …) y así se demuestra con los escasos periodistas que ponen al servicio de su plataforma. Todo ello tiene su justificación, el dinero. Como escribe Maria Bella Palomo en su libro el periodista on-line: de la revolución a la evolución “según un estudio de la World Association of Newspapers, el 71% de las publicaciones europeas en línea pierden dinero”. Los recursos económicos lo son todo, es cierto, pero los periódicos deberían esperar obtener beneficios cuando el ciberperiodismo esté ya consolidado, y para ello es necesario primero arriesgar; labor aún mas que necesaria si tenemos en cuenta el futuro incierto que muchos le auguran a la prensa escrita.
A su vez, no hay que olvidar que Internet abre otras posibilidades para el periodismo con los j-blogs, o su excelente capacidad de difusión, que avanza a teléfonos móviles y pronto podría hacerlo con imprentas digitales situadas en lugares como el metro. Desde luego, Internet no es una amenaza, es un esperanzador camino.