Reporteros sin levantarse de la silla

El periodismo es un oficio simple: consiste en enterarse de cosas importantes y actuales para contárselas a los demás.

Últimamente hemos mejorado mucho en lo de contar las cosas al mayor número de personas. Ya no hace falta poseer una costosísima cadena de televisión con sede en Atlanta para conseguir que nuestras noticias se vean en, digamos, Ushuaia o Novosibirsk. Para eso basta, en principio, con algo tan sencillo y gratuito como una cuenta de Twitter o un blog. Nada impide -salvo el desinterés, claro- que alguien de esos lugares tan remotos lea este texto, por ejemplo.

Ahora bien, en la otra tarea esencial del periodismo, la de enterarse de las cosas, el panorama no está tan claro. En esto, hay tantas razones para el contento, como para la preocupación.

De una cosa no hay duda: el impacto causado en los últimos años por internet en las técnicas de investigación periodística ha sido profundísimo. Todos los periodistas, incluidos los más refractarios a las nuevas tecnologías, recurren hoy a la red para documentar sus informaciones. ¿Conoce usted a algún periodista, incluso entre esos que despotrican de internet, que no use regularmente Google y la vilipendiada Wikipedia? Yo tampoco.

Esos y otros recursos digitales han abierto un nuevo horizonte para la información periodística. Ahora es más fácil documentar las noticias con abundantes datos y detalles. Incluso, en los medios de internet, se ha convertido en saludable costumbre enlazar documentos originales. Gracias a esa práctica, muchas informaciones que se publican hoy son incuestionablemente más completas que las que se ofrecían hace poco más de una década. En esto, sin duda, hemos salido ganando.

Sin embargo, también hay nubarrones. De tanto exprimir el potencial de los recursos digitales, nos estamos olvidando de otras formas clásicas de investigación periodística que sería peligroso perder. Me refiero muy especialmente a la observación directa y a la entrevista personal con las fuentes. Al periodismo de primera división, vamos.

La red ha multiplicado los canales –correo electrónico, Twitter, páginas públicas en Facebook…– utilizados por las personalidades públicas para difundir declaraciones y para responder preguntas. En temas como el deporte, la política o la información del corazón, ya se ha convertido en norma común citar a los concernidos por sus declaraciones en las redes sociales.

Nada hay de malo en ello, por supuesto. Lo que una personalidad pública difunda en su cuenta personal de internet es tan atribuible y oficial como lo que pueda expresar en una conferencia de prensa. El problema es que esa forma barata y perezosa de obtener declaraciones personales termine por arrinconar otras formas de contacto directo con las fuentes. A la vista del devenir reciente de los medios, donde cada vez más noticias se publican con base en apenas dos o tres tweets, no parece descabellado imaginar que esto termine por ocurrir. Y las fuentes, tan contentas. Siempre es más fácil salir del paso en una declaración de 140 caracteres, probablemente diseñada por el equipo de comunicación, que dar la cara ante un enjambre de periodistas preguntones.

La amenaza está ahí. Las fuentes prefieren a los periodistas que no hacen periodismo. Y en los medios les estamos dando cada vez más satisfacción. Para algunos periodistas acomodadizos, hoy día realizar una simple llamada telefónica para confirmar datos comienza a considerarse un esfuerzo periodístico desmedido. No digamos desplazarse en persona al escenario de la noticia e invertir el tiempo suficiente para entender a fondo el asunto sobre el que se ha de informar.

La historia del periodismo nos ha enseñado que la calidad de la información mejora cuanto más cerca se está de la noticia. Ya lo dijo  Robert Capa: si tus fotos no son lo suficientemente buenas, no estabas lo suficientemente cerca. Los detalles significativos, las historias inadvertidas y hasta los engaños, difícilmente se pueden detectar si el periodista no se aproxima a la noticia. Y para eso, Google no basta.

[Publicado originalmente en Blog de comunicación – UNIR]

Profesor de periodismo e investigador sobre medios digitales en la Universidad de Navarra. Twitter: @rsalaverria

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