Rumores de cobro también en la prensa digital argentina

La razón es fácil de imaginar. Sumemos la crisis económica de Argentina a la crisis que viven los medios digitales en todo el mundo y adivinaremos rápidamente por qué los medios digitales argentinos están pensando en empezar a cobrar por sus contenidos. Es su única posibilidad de sobrevivir.

Ahora bien, a diferencia de otros países económicamente más desahogados, la pregunta clave no es sólo cómo cobrar sino, más aún, a quién. Y es que, sumidos en la enorme depresión actual, es difícil imaginar que existan ciudadanos argentinos dispuestos a pagar por leer información en Internet. De hecho, cada vez es más difícil encontrar argentinos que accedan regularmente a Internet ( se ha convertido en un artículo de lujo) y los propios mecanismos posibles de pago (las tarjetas de crédito, básicamente) no son una herramienta válida dada la crisis bancaria de aquel país.

Así las cosas, como se explica en la información de Baquía que reseñamos más abajo, los medios digitales argentinos pretenden abordar la situación con dos medidas novedosas.

La primera, cobrar a los usuarios que acceden a los medios desde fuera del país. Es una medida tan arriesgada como sensata, y de hecho no es la primera vez que se plantea algo similar, ya que el propio The New York Times trató de sostener esta política hace cinco años, exigiendo una suscripción de pago a los lectores que visitaban su sitio web desde fuera de Estados Unidos. Aquella medida, como es bien sabido, fracasó y, desde 1998, el Times pasó a ser gratuito para todos los usuarios, aunque exigía suscribirse.

La segunda medida que parecen barajar los medios digitales argentinos es, si cabe, más novedosa. Por lo visto, existen conversaciones entre los responsables de los principales medios digitales para que ese salto al modelo de cobro por contenidos se dé a la vez por todos ellos. La estrategia de Fuenteovejuna, en fin. Y es que, sensatamente, piensan que si, por ejemplo, es La Nación quien pasa por sí solo a cobrar por sus informaciones, sus lectores derivarán rápidamente a Clarín. Y viceversa. Pero como el mercado publicitario interno no existe, se convierte en una estrategia suicida: es un juego macabro en el que todos pierden. Así que la medida sólo tiene posibilidades de surtir (quizá, acaso, tal vez…) algún efecto si todos los medios digitales importantes la adoptan al unísono.

Esto nos devuelve a las paradojas de nuestra propia prensa digital. ¿Qué piensa hacer El País con sus anunciados planes de cobro si, por su parte, El Mundo, ABC, La Vanguardia… no cobran por sus contenidos? ¿Quién moverá ficha y cuánto tiempo será capaz de mantener su estrategia? La partida de ajedrez está la mar de interesante…

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